1 1Oráculo. El Señor dirigió la palabra a
Israel por medio de Malaquías.
Amor de Dios y elección
2Dice
el Señor: «Yo os amo». Vosotros objetáis: «¿En qué se nota que nos amas?». Oráculo
del Señor: ¿No eran hermanos Jacob y Esaú? Sin embargo, amé a Jacob 3y odié a
Esaú, reduje sus montes a un desierto, su heredad a majadas de la estepa. 4Si
Edom dice: «Aunque estemos deshechos, reconstruiremos nuestras ruinas»; el Señor
de los ejércitos replica: «Ellos construirán y yo derribaré. Y los llamarán Tierra
Malvada, Pueblo de la Ira Perpetua del Señor». 5Cuando vosotros lo veáis con vuestros
ojos, diréis: «La grandeza del Señor desborda las fronteras de Israel».
Delitos cúlticos (Lv 22,17-25)
6«Honre
el hijo a su padre, el esclavo a su amo». Pues si yo soy padre, ¿dónde queda mi
honor?; si yo soy dueño, ¿dónde queda mi respeto? El Señor de los ejércitos os
habla a vosotros: «¡Sacerdotes que despreciáis mi nombre!». Objetáis: «¿En qué despreciamos
tu nombre?».
"Traéis
a mi altar pan manchado y encima preguntáis: «¿Con qué te manchamos?». Con pretender
que la mesa del Señor no importa, 8que traer víctimas ciegas no es malo, que traerlas
cojas o enfermas no es malo. Ofrecédselas a vuestro gobernador, a ver si le agradan
y os congraciáis con él-dice el Señor de los ejércitos-. 9Eso traéis, y ¿os vais
a congraciar con él? Pues bien, dice el Señor de los ejércitos, aplacad a Dios para
que os sea propicio. 10Ojalá alguien de vosotros os cerrara las puertas, para que
no enciendan mi altar sin razón. Vosotros no me agradáis y no acepto la ofrenda
de vuestras manos -dice el Señor de los ejércitos-.
11De
levante a poniente es grande mi fama en las naciones, y en todo lugar me ofrecen
sacrificios y ofrendas puras; porque mi fama es grande en las naciones -dice el
Señor de los ejércitos-. 12Vosotros, en cambio, la profanáis cuando decís: «La mesa
del Señor está manchada y su comida no vale la pena». 13Decís: «¡Qué fatiga!», y
resopláis encima -dice el Señor de los ejércitos-. Me traéis víctimas robadas, cojas,
enfermas, y ¿voy a aceptarlas de vuestras manos? -dice el Señor-. 14Maldito el embustero
que tiene un macho en su rebaño y ofrece una víctima castrada al Señor. Yo soy el
Gran Rey y mi nombre es respetado en las naciones -dice el Señor de los ejércitos-.
Explicación.
1,1 El
primer verso es una concentración de anomalías. Se categoriza como "oráculo"
(contra paganos, como Zac 9,1 Y 12,1). "Palabra del Señor a Israel":
sin el verbo acostumbrado; dando a los judíos el nombre ideal de Israel. Mal'aky:
si la i final se toma como adjetival, resulta: "mensajérico, embajadórico";
si se toma como abreviatura de Yhwh, el nombre es inusitado; si lo
tomamos como nombre de oficio, hace sentido: el profeta se ha llamado
sucesivamente vidente, profeta, heraldo, mensajero.
1,2-5
El primer oráculo es una palabra de aliento (Is 50,4), una declaración de amor (Os
2 y 11). Lo extraño es que el amor se demuestre en el odio y rechazo de un
tercero, en la ira que descarga sobre otro. Pues la bina amar / odiar no
equivale aquí a preferir (como en Dt 21,15-17; cfr. Gn 4,5), ya que el odio se
expresa en la ira y decide "derribar".
La
solución la obtenemos aplicando un principio general al caso histórico y típico
de Edom. Un padre se enfada con quien maltrata a su hijo, lo rechaza cuando
ataca y más si el agresor se ensaña; si no lo hiciera, no amaría a su hijo.
Ahora consideremos la conducta histórica de Edom: fue el vecino aprovechado y
despiadado en la desgracia de Judá (Abd y Sal 137), se ensañó con su hermano
(Am 1,11; véanse también Jr 49,7-22 y Ez 35). Además Edom puede representar el papel
escatológico de la hostilidad final y el castigo definitivo (Is 34). A ese Edom
y para defender a los judíos, lo detesta y derriba el Señor. Con todo, Pablo
cita el texto en sentido de preferencia (Rom 9,10-13).
1,3 Sus
montes son las montañas de Seír: Jos 24,4; la desolación es dato tópico (Jr 9,10;
23,10, etc.).
1,4 Al
desafío de Edom (inspirado en Is 9,9), responde el Señor con su amenaza, retorciendo
"Seír" en "Maldad".
1,5 La
acción justa de Dios manifiesta su "grandeza" y provoca el
reconocimiento: véanse Sal 63,12; 64,10; 58,12 etc. Se manifiesta su grandeza
(Sal 126,2).
1,6-14
El segundo oráculo es una gran denuncia de delitos cúlticos, también en estilo dialogado.
Sobre el culto se expresaban con frecuencia los profetas y otros textos. Planteaban
su sentido como tensión entre culto y justicia. No así Malaquías, sino que se encierra
en el recinto cúltico y plantea el problema en términos de relación personal
con el Señor: qué actitudes revelan las prácticas del culto, cómo reacciona la
persona a quien se obsequia de tal modo. Más grave si esa persona es padre,
amo, rey, y si le obsequian mejor en otras partes.
¿Por
qué esa concentración en el culto, compartida con Ageo y el Cronista? -Porque el
templo y su culto llegó a ser principio de identidad de un pueblo pobre y sometido,
sin autonomía política ni fuerza militar. La relación personal va a abrirse
paso incluso en fórmulas sintácticas inesperadas. Algunos rasgos irónicos
animan esta sección.
1,6
Véase el precepto del decálogo (Dt 5,16 Y también 21,18-21). Dios es padre del pueblo
(Ex 4,22s; Dt 32,19; Is 1,2; Jr 3,4; Os 11,1); el Señor es comparado a un amo
(Sal 123).
1,7
Para los "panes presentados": Ex 37,10-16; 40,23; véase también Lv
21,6 sobre funciones sacerdotales. Por analogía, también el altar de los
sacrificios es mesa del Señor.
1,8
Véase la legislación de Lv 22,19.21-25; Nm 6,14; 19,2; Ez 45,23.
1,10 "Sin
razón" o en vano, con sacrificios que no serán aceptados.
1,11
Que la fama o el nombre del Señor sea conocido y respetado fuera de Israel no es
idea ajena a los profetas, y está presupuesta en textos narrativos (Jos 2,9-12;
5,1); se lee en algunos salmos (76,11-13; 83,19; 99,1 etc) y se repite en las
escatologías proféticas. En cambio, extraña mucho oír que en todas partes se
ofrecen "sacrificios puros" y que el Señor los acepta. Suena como el
extremo contrario de la centralización del culto (Dt 12). Los judíos de la
diáspora no ofrecían sacrificios legítimos en sus lugares de residencia; las
prácticas de Samaría y Elefantina eran cismáticas. El verso que comentamos relativiza el valor del templo y el
altar de Jerusalén y da a entender que muchos sacrificios de paganos los acepta
el Señor. Tal universalismo extraña en el presente libro, por lo cual algunos
lo consideran adición. Los antiguos cristianos y el concilio de Trento lo aplicaron
como profecía a la eucaristía.
1,13 "Resoplar":
quizá en gesto de desprecio. Los sacerdotes actúan como funcionarios descreídos
y desganados, a quienes no importa lo que hacen.
1,14
Gran Rey o Emperador es título divino excepcional (Sal 48,3).
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