domingo, 15 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 3.



3 1Mirad, yo envío un mensajero a prepararme el camino. De pronto entrará en el santuario el Señor que buscáis; el mensajero de la alianza que deseáis, miradlo entrar -dice el Señor de los ejércitos- 2¿Quién resistirá cuando él llegue?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será fuego de fundidor, lejía de lavandero: 3se sentará como fundidor a refinar la plata, refinará y purificará como plata y oro a los levitas, y ellos ofrecerán al Señor ofrendas legítimas. 4Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y Jerusalén, como en tiempos pasados, como en años remotos. 5Os llamaré a juicio, seré testigo exacto contra hechiceros, adúlteros y perjuros, contra los que defraudan al obrero de su jornal, oprimen a viudas y huérfanos y atropellan al emigrante sin tenerme respeto -dice el Señor de los ejércitos-. 

Diezmos y cosechas 

6Yo, el Señor, no he cambiado y vosotros, hijos de Jacob, no habéis acabado. 7Desde los tiempos de vuestros antepasados os apartáis de mis preceptos y no los observáis. Volved a mí y volveré a vosotros -dice el Señor de los ejércitos-. Objetáis: ¿por qué tenemos que volver? 8-¿Puede un hombre defraudar a Dios como vosotros intentáis defraudarme? Objetáis: ¿En qué te defraudamos? -En los diezmos y tributos: 9habéis incurrido en maldición, porque toda la nación me defrauda. 10Traed íntegros los diezmos al tesoro del templo para que haya sustento en mi templo; haced la prueba conmigo -dice el Señor de los ejércitos- y veréis cómo os abro las compuertas del cielo y derrocho sobre vosotros bendiciones sin cuento. 11Os expulsaré la langosta para que no os destruya la cosecha del campo ni os despoje los viñedos de las fincas -dice el Señor de los ejércitos-. 12Todos los pueblos os felicitarán, porque seréis mi país favorito -dice el Señor de los ejércitos-. 

La justicia de Dios 

13Dice el Señor: Vuestros discursos son insolentes contra mí. Objetáis: ¿en qué te ofenden nuestras palabras? 14Porque decís: «No vale la pena servir a Dios, ¿qué sacamos de guardar sus mandamientos y de andar enlutados ante el Señor de los ejércitos? 15Tenemos que felicitar a los arrogantes: los malvados prosperan, tientan a Dios impunemente».
16Así comentaban entre sí los fieles del Señor, el Señor atendió y lo oyó. Ante él se escribía un libro de memorias: «Fieles del Señor que estiman su nombre». 17Dice el Señor de los ejércitos: el día que yo actúe, ellos serán mi propiedad; los perdonaré como un padre al hijo que le sirve; 18entonces veréis la diferencia entre buenos y malos, entre los que sirven a Dios y los que no le sirven.
19Mirad que llega el día, ardiente como un homo, cuando arrogantes y malvados serán la paja: ese día futuro los abrasaré y no quedará de ellos rama ni raíz -dice el Señor de los ejércitos.
20Pero a los que respetan mi nombre los alumbrará el sol de la justicia que cura con sus alas. Saldréis saltando como terneros del establo; 21pisotearéis a los malvados, que serán como polvo bajo la planta de vuestros pies, el día que yo actúe -dice el Señor de los ejércitos.

Vuelta de Elías (Eclo 48,9-10; Mt 11,15)

22Recordad la Ley de Moisés, mi siervo, los preceptos y mandatos para todo Israel que yo le encomendé en Monte Horeb. 23y yo os enviaré al profeta EIías antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible: 24reconciliará a padres con hijos, a hijos con padres, y así no vendré yo a exterminar la tierra. 

Explicación.

3,1 Este verso plantea un problema de identificación y distinción de personajes. Veamos primero los datos en esquema: 

Yo envío              a mi mensajero
Vendrá a su templo el amo
que buscáis
el mensajero de la alianza que deseáis.

A primera vista parecen intervenir dos personajes: el soberano que envía y el mensajero enviado; éste lleva tres títulos. "Mensajero": compárese con la distinción de Is 63,9. "Amo": aunque "señor" puede decirse del rey (Jr 22,18) y "palacio" del palacio real (1 Re 21,1), aquí parece referirse al "Señor" que viene a "su templo". "Mensajero de la alianza" es el mediador que lleva las negociaciones; nunca se le dio a Moisés semejante título.
Por otros datos parece preferible distinguir dos tiempos en esta profecía: primero viene el heraldo a preparar el camino (Is 40, 3; 57,14; 62,10); después vendrá en persona el buscado y deseado, que puede ser Dios mismo o el Mesías. Dios mismo: según Isaías 11, Ez 43; Ag 2,7-9 Y Mal 3,5. El Mesías: interpretando textos como Is 42,6; 49,8; 55,3, según lo lee Heb 9,15. 

3,2-3 Juicio por el fuego: Is 1,25; 4,4; Ez 22,20; Zac 13,9. En hebreo suenan muy parecidos "alianza" y "lejía", "buscáis" y "lavanderos". 

3,3-4 Sólo se mencionan ofrendas, no sacrificios. 

3,5 Responde a la queja impaciente de 2,17. Hechiceros: Ex 22,17; Dt 18,1 Os. 

3,6-12 Intermedio sobre diezmos, continuación de 1,6-14. La relación con Dios ¿se basa en la honradez o en la trampa? El texto se apoya en una paronomasia patente, Jacob / fraude, y una latente Yhwh / El que es, y no cambia, y otra leve Israel/felicitar (Dt 33, 29). Podemos parafrasear: Yo no he cambiado, os sigo amando, os prefiero a Esaú; vosotros, en cambo, no habéis acabado de hacer trampas, como vuestro padre Jacob. Pero, mientras a Esaú lo condeno, a vosotros os llamo a la conversión y os ofrezco el perdón. Yo no he cambiado, cambiad vosotros; entonces pondré fin a las maldiciones y os bendeciré. Y en la felicitación de otros pueblos sonará vuestro nombre auténtico, Israel.
La sección está planteada en puros términos de retribución a corto plazo, lo cual plantea problemas insolubles. El autor, que sabe abrirse a perspectivas escatológicas, se encierra aquí extrañamente. Tanto que, para reconciliar sus puntos de vista, hemos de apelar a la siguiente hipótesis: se trata de una prueba concreta, de un signo, como el de Gedeón (Jue 6,34-40). 

3,8 Sobre diezmos: Lv 27,30-33. 

3,10 Las "compuertas del cielo": para dar paso a las lluvias: 2 Re 7,2.19; Dt 28, 12. 

3,13-21 Empalma con el verso 5 para exponer el desenlace, utilizando el recurso dialéctico de la objeción respondida. Se puede leer sobre el fondo del Sal 73: hablan unos judíos fieles y desalentados; han servido al Señor sin ver resultados, les entra envidia de los malvados (Prov 23,17; 24,1); Dios responde haciéndolos percibir el destino de los malvados, lo errado de sus juicios. 

3, 14 Véase la objeción de los ayunantes en Is 58,3s. "Enlutados" en señal de penitencia: 2 Sm 19,25; Sal 35,13. 

3,15 "Felicitamos": como volviendo del revés el Sal 1. 

3,16 El libro en que se registran las acciones y se abrirá en el juicio: Dn 7,10. 

3,17 -18 Forma inclusión temática con 1, 6: unos sacerdotes desprecian a Dios negándole el respeto que le deben como hijos y siervos; 17: Dios perdona al que respeta su nombre, al hijo que le sirve (Sal 103,10-14)
3,19-21 Expone la diferencia de destinos con mediana coherencia de imágenes y por un sistema de oposiciones. Podemos imaginar un día en que se enciende una gran fogata para quemar en ella lo nocivo e inútil; después adviene otro día, amanece un sol liberador y restaurador; los inocentes pueden salir, libres y gozosos, a disfrutar del sol y la libertad; los opresores ya no son más que polvo bajo sus pies. Y no se enuncia el ocaso. Entre las oposiciones hay que señalar: obrar mal/respetar mi nombre; opone a las obras una relación personal. 

3,20 En castellano llamamos "un sol de justicia" al que abrasa y quema: lo contrario de lo que pretende Malaquías. El sol con alas, porque atraviesa el cielo, y ministro de justicia, porque lo ve todo, pertenece a las imágenes religiosas de Asiria y Babilonia. 

3,22-24 El mismo autor o uno posterior pensó que la noticia de 3,1 merecía un desarrollo especial. Así, al final de los libros proféticos se reúnen Moisés y Elías, la ley y la profecía, en buen concierto; hasta que se reúnan en el monte de la transfiguración como testigos fehacientes del Mesías (Mt 17,1-12 par). La tarea de Moisés es proclamar la ley; convertir el corazón le toca al profeta. La leyes un recuerdo, la profecía una esperanza. Moisés no volverá, Elías sí. La especulación sobre la vuelta de Elías se alimenta del relato de su rapto celeste (2 Re 2) y de esta nota de Malaquías. Ben Sira recoge la leyenda como cosa aceptada (Eclo 48,9s), y los evangelios explican su sentido (Mt 11,15; 17,10).
La tarea de Elías será reconciliar las generaciones divididas para que la tierra no sea destruida. El final de Malaquías se destaca de su contexto con valor permanente.

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